El presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, sostienen desde hace tiempo que, a medida que aumente la recaudación y mientras no se ponga en riesgo el equilibrio fiscal, seguirán reduciendo impuestos. Y si bien en dos años de mandato ya se bajaron 24 tributos, especialistas advierten que, en lugar del camino progresivo que plantea el Gobierno, debería encararse una reforma integral, que no estaría exenta de desafíos políticos y federales.
Según César Litvin, CEO de Lisicki, Litvin & Abelovich, debería haber dos etapas en este camino de baja de la carga fiscal. “La primera es la que se está dando en estos momentos, donde no se tiene que alterar el equilibrio fiscal, y la segunda es aquella en la que ya hace falta una reforma integral, apuntando a los impuestos más distorsivos que existen en el sistema tributario local y que le quitan competitividad a los productos argentinos y son un lastre para toda la actividad económica”, opinó.
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En el primer lugar del ranking de los peores impuestos, Litvin ubicó a Ingresos Brutos, por ser el más distorsivo, ya que produce un efecto acumulativo en cascada que se traslada totalmente a precios. Sin embargo, señaló que es difícil derogarlo, porque lo recaudan las provincias, incluso de manera anticipada, y representa un 4% del PBI. “Creo que va a venir una etapa en la que va a ser necesario un gran acuerdo para reformular este impuesto en un súper IVA o en un impuesto a las ventas en la última etapa”, consideró, y sumó que las tasas municipales también son parte del problema, porque funcionan como una especie de Ingresos Brutos local. “No alcanza con que Nación baje los impuestos; hace falta, en una segunda etapa, una reforma profunda, sin alterar el equilibrio fiscal, tratando de generar competitividad y eliminando los impuestos más distorsivos”, insistió.
A nivel nacional, el analista apuntó contra las retenciones y el impuesto a los débitos y créditos bancarios, pero señaló que, si se eliminaran esos dos tributos junto con Ingresos Brutos, habría una pérdida de recaudación cercana al 7% del PBI. “Hay que priorizar el equilibrio fiscal e ir disminuyendo la carga tributaria en la medida en que se genere superávit fiscal, pero apuntando a los impuestos más distorsivos, que afectan mucho a la actividad económica y a la productividad”, completó.
El abogado tributarista Diego Fraga también habló de una primera etapa, hasta ahora, en la que hubo alivios puntuales y correcciones sobre impuestos distorsivos, en la medida en que el equilibrio fiscal lo permitió. “La película hacia adelante debería ser una reforma tributaria integral, con menos parches y regímenes especiales, y un sistema más simple, con bases más amplias y alícuotas más bajas”, sostuvo.
Más allá de esto, dijo que el desafío clave es político y federal: si la Nación baja impuestos, pero las provincias y los municipios no acompañan, el contribuyente no ve el alivio y la presión se reacomoda en Ingresos Brutos y tasas. “La reforma debería tener dos ejes: primero, bajar los impuestos más distorsivos —Ingresos Brutos, tasas municipales sobre la facturación, impuesto al cheque y sellos— que generan efecto cascada y encarecen precios; y, segundo, mejorar los tributos que deberían quedar, simplificando el IVA y reduciendo más la alícuota de Ganancias corporativa para volverla competitiva, con reglas estables”, continuó.
Por su parte, Sebastián Domínguez, CEO de SDC Asesores Tributarios, dijo que, si bien el Gobierno había anticipado una reforma tributaria integral para fines de 2025, el escenario político actual obliga a moderar expectativas. “Con un Congreso dividido y la necesidad de construir consensos con aliados y parte de la oposición, todo indica que la reforma no será tan profunda ni abarcativa como se había planteado originalmente. Aun así, la Casa Rosada mantiene como objetivo avanzar en una simplificación impositiva, eliminar tributos considerados distorsivos y promover un esquema más favorable a la inversión y a la formalización. Entre los ejes que el Gobierno sigue sosteniendo se encuentran la reducción gradual del número de impuestos nacionales, el fortalecimiento de la autonomía fiscal de provincias y CABA y la construcción de un sistema más predecible y competitivo. Pero su implementación será necesariamente progresiva”, evaluó.
Muestra de ello es que el proyecto de reforma tributaria amplia quedó pospuesto para 2026 y se incorporaron modificaciones tributarias en el proyecto de reforma laboral que será tratado en febrero próximo. De aprobarse tal como está, el contador puntualizó que se dejarían de aplicar ocho impuestos de los 155 que rigen hoy en la Argentina, según el relevamiento del Iaraf: Impuesto a las entradas de espectáculos cinematográficos; Impuesto a los videogramas gravados; Impuesto a los servicios de comunicación audiovisual; Impuesto a los objetos suntuarios; Impuesto a los vehículos automotores, motos y embarcaciones; Impuesto a las embarcaciones y aeronaves de recreo o deportes; Impuesto a los seguros; e Impuesto a la telefonía celular y satelital.
Como se dijo, desde que Javier Milei es presidente, se redujo la carga de 24 impuestos (algunos se eliminaron) y se aumentó la de tres. A continuación, el listado:
Se eliminaron o redujeron la carga
Aumentaron la carga

