Dos días después de denunciar un ataque masivo con drones contra la residencia del presidente Vladimir Putin, el gobierno ruso presentó como prueba pública una única imagen de un vehículo aéreo no tripulado que, según su versión, formó parte de una ofensiva compuesta por 91 drones lanzados desde Ucrania. La brecha entre la magnitud del ataque descrito por Moscú y la evidencia visual divulgada reforzó el escepticismo expresado por gobiernos occidentales y analistas independientes.
El Ministerio de Defensa ruso ofreció este miércoles una exposición detallada del episodio ocurrido entre la noche del 28 y 29 de diciembre en la región de Nóvgorod, donde se encuentra la residencia presidencial de Valdái. La presentación estuvo a cargo del mayor general Alexander Romanenkov, jefe de las Tropas de Misiles Antiaéreos, quien acusó directamente a Kiev de haber intentado un “ataque terrorista” cuidadosamente planificado.
“Del 28 al 29 de diciembre de 2025, el régimen de Kiev intentó un ataque terrorista con el uso masivo de vehículos aéreos no tripulados de largo alcance contra la residencia del presidente de la Federación de Rusia en la región de Nóvgorod”, afirmó Romanenkov, en una declaración transmitida por medios estatales rusos.
Según el funcionario, los drones despegaron desde las regiones ucranianas de Sumy y Chernígov y volaron a altitudes extremadamente bajas, ingresando al espacio aéreo ruso por varias direcciones. “La formación de ataque, el número de medios desplegados y sus acciones coordinadas desde el sur, suroeste y oeste confirman claramente que el ataque fue selectivo y cuidadosamente planificado”, sostuvo.
Las autoridades rusas aseguran que 49 drones fueron derribados en Briansk, uno en Smolensk y 41 en Nóvgorod, sin que se registraran víctimas ni daños materiales. “No hubo daños en la residencia del presidente de la Federación de Rusia”, insistió Romanenkov.
Pese a la gravedad de la acusación —la primera vez desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022 que Moscú afirma que Putin fue un objetivo directo— el Ministerio de Defensa solo difundió imágenes de un dron, identificado como una modificación del modelo ucraniano Cheklun V. Romanenkov afirmó que el aparato portaba una ojiva altamente explosiva de seis kilogramos, “diseñada para destruir mano de obra y objetos civiles”, y que fue neutralizado tras sufrir daños en su sección de cola.
No se presentaron restos adicionales, grabaciones de intercepciones ni imágenes satelitales que respalden la destrucción de los otros 90 drones mencionados. Tampoco se permitió el acceso de observadores independientes al área. Reuters no pudo verificar de manera independiente las afirmaciones rusas ni el origen del dron mostrado.
La ausencia de pruebas visuales adicionales contrasta con la práctica habitual del propio Ministerio de Defensa ruso, que durante el conflicto ha divulgado con frecuencia videos de ataques y derribos, incluso en episodios de menor impacto político. En este caso, la presentación oficial se limitó a mapas esquemáticos, descripciones técnicas y una sola fotografía.
La denuncia fue rápidamente incorporada al discurso político del Kremlin. El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, afirmó que el supuesto ataque socavaba los esfuerzos de paz impulsados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y adelantó que Rusia endurecería su posición en las negociaciones, sin ofrecer detalles. El propio Trump, que ese fin de semana mantuvo contactos con Putin y con el presidente ucraniano Volodímir Zelensky, expresó públicamente su enojo tras conocer la versión rusa.
Países aliados de Moscú, como Irán y Bielorrusia, condenaron el ataque denunciado. En contraste, varios gobiernos europeos reaccionaron con cautela. Francia, entre otros, señaló la falta de pruebas concluyentes y pidió aclaraciones adicionales. Ucrania no asumió responsabilidad por el episodio y no emitió comentarios detallados.
Desde el inicio de la invasión rusa, Kiev ha denunciado más de una decena de intentos de asesinato o secuestro contra Zelensky, incluidos algunos durante los primeros días de la guerra, cuando las tropas rusas avanzaron hasta las afueras de la capital ucraniana. Moscú, en cambio, no había afirmado hasta ahora que su presidente fuera blanco directo de una operación de este tipo.
En ausencia de confirmación independiente, la imagen de un solo dron quedó como el principal respaldo material de una declaración que Moscú presenta como un intento de magnicidio frustrado, pero que, por ahora, se apoya más en afirmaciones oficiales que en pruebas verificables.

