Durante la última década, el propósito empresarial fue presentado como una aspiración inspiradora y poética. En 2026, este concepto deja de evaluarse en presentaciones y discursos para convertirse en decisiones concretas, según análisis de another, agencia de comunicación estratégica.
Las audiencias empresariales, en un entorno donde solo el 40 % de las personas confía en que las corporaciones actúan en beneficio del interés público (datos de la OECD), exigen menos promesas y más resultados verificables. La reputación corporativa entra así en una etapa más rigurosa, donde el propósito madura y se transforma en un criterio de gobernanza.
Surge entonces Purpose 2.0, un modelo en el que la coherencia entre discurso y acción es primordial. “El propósito ya no se mide por la belleza del discurso, sino por la disciplina detrás de cada decisión. En esta nueva era, la reputación se construye en el cruce entre coherencia y acción: lo que hacés cuando nadie está mirando, y lo que sos capaz de sostener cuando todos lo están”, explica Yusuf Laroussi, Chief of Staff LATAM de another.
Purpose 2.0 exige que las empresas integren su razón de ser en la estrategia y no solo en la publicidad. Un estudio de Anthesis Group revela que el 68 % de las personas cree que las marcas exageran su compromiso social o ambiental, lo que genera una fatiga frente a discursos optimistas sin correlato práctico.
La irrupción de la inteligencia artificial intensifica el debate sobre transparencia. Technology Vision 2024 indica que el 67 % de las personas quiere saber cómo las empresas utilizan la IA, mientras que el Cisco 2024 Data Privacy Benchmark Report señala que el 72 % de los usuarios está preocupado por el manejo de sus datos. Así, la responsabilidad tecnológica es un reflejo directo del carácter corporativo.
En este nuevo contexto, la oportunidad reputacional reside en demostrar que la tecnología puede ser gobernada con ética, transparencia y responsabilidad. Según Diligent Governance Trends 2025, el 72 % de las organizaciones ya considera la reputación entre sus tres principales riesgos, junto con ciberseguridad y cumplimiento.
“La confianza es hoy el activo más escaso y más valioso. Las organizaciones que prosperen serán aquellas que conviertan su propósito en sistema: medible, gobernable y visible. El liderazgo reputacional no será para quienes prometan más, sino para quienes demuestren mejor”, comparte el experto en comunicación corporativa de another.
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