Todo ocurrió muy rápido. Apenas tuvo tiempo de reaccionar. El 18 de abril, cuatro meses después de haber celebrado diez años de matrimonio con Darío Cvitanich (41), Cecilia Bonelli (40) entendió que su gran historia de amor con el ex futbolista había llegado a su fin. Atrás habían quedado las románticas palabras que la conocida periodista le había dedicado en sus redes sociales en su aniversario –“Por muchos, muchos años más juntos, amor de mi vida. No me sueltes nunca, esta aventura continúa juntos. Te amo”– para dar vuelta la página y abrir un nuevo capítulo en sus vidas junto a sus tres hijas, Lupe (12), Carmela (9) y Amelia (3).
Ese día, el delantero dejó la casa que compartían en Nordelta y, al poco tiempo, firmaron el acuerdo de divorcio. “Durante mucho tiempo él fue lo primordial para mí. Sé que es mi responsabilidad haberme puesto en segundo plano y en parte, creo que eso es lo que más me dolió: haberme postergado tanto para acompañar a esa persona y que después no se hubiese peleado más por nuestra pareja. Me dolió que haya bajado la persiana así de golpe. Pero bueno, hoy lo acepto”, dice la modelo mientras acaricia a su perra Frida.
–¿Qué recuerdos tenés de los primeros días tras la separación?
–Cuando te separás sentís que se te viene el mundo abajo. Los primeros cuatro meses lloré todas las noches. Mis amigas me decían: “Creeme que esto va a pasar”. Me acuerdo que buscaba encerrarme en ciertos lugares de la casa para que mis hijas no me vieran llorar, no quería mostrarme tan vulnerable frente a ellas. Yo, que siempre había sido una mamá fuerte y llena de energía, me miraba al espejo y no me reconocía, era otra persona. Con los días entendí que lo mejor era conectarme con el dolor, vivir el duelo y recién después ver cómo seguir adelante.
–¿Cómo estás hoy?
–No te digo que estoy feliz con todo lo que me pasó, pero estoy muy bien. Aprendí del dolor, después de todo lo que viví, hoy de verdad siento que estoy conociendo mi mejor versión, volví a reencontrarme conmigo.
–¿Hacés terapia?
–Sí. Llegué a ir cuatro veces por semana a la psicóloga, realmente trabajé mucho para estar bien. Hoy siento que renací cual Ave Fénix, el dolor me transformó. Hay una letra de una canción que me gusta mucho que dice: “Las cicatrices ya no duelen, sólo hacen recordar”. Mi separación es un poco eso, una cicatriz, un recuerdo que quedó atrás. De repente, volví a conectarme con mis propios deseos y rescaté esa lista de pendientes que siempre llevaba en la cabeza y la postergaba mientras acompañaba la carrera de la otra persona.
–¿Qué planes volviste a hacer?
–Organicé viajes con amigas, fui a un par de recitales y volví a jugar al hockey después de veinticinco años. Puse a trabajar mi plata, siempre había querido aprender sobre el mundo financiero y finalmente lo empecé a hacer. Estoy aprendiendo a disfrutar de mis tiempos.
–¿Cómo te organizás con tus hijas?
–Somos un equipo y es lo que les digo a ellas todo el tiempo. “Esto lo vamos a resolver todas juntas”. Hace poco festejamos el cumple de Amelia y nos repartimos entre las tres las tareas de la organización: inflar los globos, poner la mesa…
–Recién decías que te escondías para que no te vieran llorar, pero imagino que no debe ser fácil sostener todo el tiempo la imagen de mujer fuerte.
–Me pasó con Lupe, ella es silenciosa y muy observadora. El otro día estaba en el vestidor y me dice: “¿Qué te pasa?”. La miro y me largo a llorar y digo: “No puedo más.” Y me dice: “Bueno, tranquila, va a estar todo bien”. Me dio un abrazo, una contención y unas palabras de aliento que me sorprendieron. Eso me llenó de orgullo, la vi más madura y sentí, como madre, que estaba haciendo las cosas bien. Mis hijas son hermosas, todas tienen personalidades muy diferentes.
–¿Cómo están viviendo ellas esta nueva situación?
–Las veo bastante enteras y muy conscientes de todo. Trato también de respetar sus decisiones, de no forzarlas. Esta nueva realidad es una adaptación para todos, para mí, para ellas, incluso para Frida, la perrita, que también entró en el acuerdo de tenencia compartida. [Se ríe]. Todos nos estamos acomodando.

–¿Cómo fue la charla que devino en separación?
–Es muy loco porque hoy veo todo eso a la distancia y lo siento como que pasó en otra vida, que le pasó a otra persona. No pasó ni un año y lo vivo como algo tan lejano… Y lo vivo así porque necesito mirar para adelante… Estoy trabajando tanto en mi presente que no quiero volver atrás. Muchas veces me pregunté cómo fue que pasó. Y bueno, pasó. Hay que aceptarlo. Hoy me doy cuenta de que la separación me trajo una transformación personal positiva, me siento enérgica, supermadraza, superamiga...

–¿Qué te pasa a vos cuando ves a tu ex rehacer su vida?
–Trato de no mirar para el costado y trabajar la aceptación. Tampoco me tomo el tiempo en pensar mucho en eso, prefiero poner el foco en mis hijas.
–Hoy, si te lo cruzás en un evento, ¿está todo bien?
–Sí, obvio, no deja de ser el padre de mis hijas.
–¿Qué actitudes no repetirías en una relación de pareja?
–Siempre asumí un rol muy masculino en mi casa. Ojo, a mí nadie me obligaba a ocupar ese lugar, pero de repente, cambiaba las lamparitas, cortaba el pasto, limpiaba la pileta… Las cosas había que hacerlas y yo tomaba el mando. Y con el tiempo siento que eso me llevó a relegar mi costado más femenino. Hoy no estoy dispuesta a renunciar a mi feminidad. Me volví a arreglar como antes, me encanta maquillarme y me miro al espejo con ganas.

–¿Y qué ves?
–Me siento atractiva, volví a verme sensual, que antes no me pasaba. Siento orgullo de mí, algo que también había perdido en el camino.
–¿Qué buscás hoy en un hombre?
–Me encantaría que una nueva pareja me diga: “Che, estoy orgulloso de vos”. Quiero vivir una relación donde haya admiración mutua. Entonces, ¿qué busco en un hombre? Todo eso y también protección, amor, que me abrace y me diga: “Qué linda estás”.
–¿Tenés ganas de volver a enamorarte? ¿Estás lista para una relación?
–No sé si hoy estoy preparada para eso, tal vez en algún momento más adelante. El amor es el estado más lindo del ser humano, por eso quiero ir de a poco. Estoy tratando de tomar decisiones desde un lado más maduro.
–¿Tuviste propuestas después de separarte?
–Sí, un montón. Y de gente que nunca hubiese imaginado. Me acuerdo que pensé: “Pará, flaco, no es el momento para absolutamente nada”. Hoy estoy en otra, volví a conectar con esa Cecilia que llega a su casa, se pide comida, se sienta en el sillón y se pone una serie de Netflix. Y soy feliz.
–Entonces te llevás bien con la soledad...
–Me encanta. Es como tener una cita conmigo misma. [Se ríe]. La vida compartida es hermosa y obvio que tengo miedo de quedarme sola, pero por suerte esa incomodidad la siento cada vez menos. Sé que voy a estar bien. Y eso me lo digo todos los días: “Voy y tengo que estar bien”.
Producción: Paola Reyes
Maquillaje: Celeste Uría
Agradecimientos: Shibinda, Votta, Sweet Lady, Síntesis Design


