¿CÓMO CAMBIA NUESTRO CEREBRO?
¿En qué etapas de nuestra vida se ajustan nuestros cerebros a este “crecimiento”?
R. Por primera vez, los científicos han identificado cuatro edades en las que el cerebro humano promedio se vuelve a cablear: 9, 32, 66 y 83 años. Las transiciones resultantes proporcionan cinco etapas distintas del desarrollo del cerebro humano, según un nuevo estudio publicado anteayer.
Los investigadores estudiaron, aproximadamente, a 3,800 personas, desde bebés hasta individuos de 90 años, utilizando escaneos de difusión por resonancia magnética para examinar cómo se mueven las moléculas de agua a través del cerebro y esto es lo que vieron:
Desde el nacimiento hasta los 9 años (infancia), la materia gris y blanca aumentan rápidamente, y se podan las sinapsis adicionales.
Desde los 9 hasta los 32 años (adolescencia), la materia blanca continúa creciendo y el rendimiento cognitivo mejora.
De 32 a 66 años (edad adulta), la arquitectura del cerebro se estabiliza, dejando la personalidad y la inteligencia en su mayoría sin cambios.
El envejecimiento temprano comienza a los 66 años, cuando la actividad neuronal se concentra en gran medida en las subredes.
El envejecimiento tardío comienza a los 83 años, cuando la conectividad disminuye aún más.
Los hallazgos sugieren que la cognición no simplemente aumenta hasta cierta edad y luego disminuye.
RONCAR Y RONCAR/FRUSTRADA
Por favor, deme alguna forma práctica para tratar que mi esposo deje de roncar tanto, lo quiero, pero también quiero a mi sueño.
R. Con gusto le comparto estas estrategias simples para dejar de roncar:
- Bajar de peso: incluso una pérdida moderada reduce la grasa alrededor del cuello y abre más la vía aérea, haciendo que el aire fluya con menos turbulencia durante la noche.
- Dormir de lado: evite dormir boca arriba, porque la lengua y el paladar blando se desplazan hacia atrás y obstruyen parcialmente la garganta.
- Evitar alcohol y sedantes: relajan en exceso los músculos de la garganta y aumentan las vibraciones que producen el ronquido.
- Mantener la nariz despejada: tratar alergias y congestión con lavados salinos o tiras nasales ayuda a que el aire entre mejor por la nariz.
- Ejercitar boca y garganta: ejercicios diarios de lengua y paladar fortalecen los músculos y pueden disminuir frecuencia e intensidad del ronquido.
- Consultar al médico: si hay pausas respiratorias, somnolencia diurna o ronquido muy fuerte, se debe valorar apnea del sueño y tratamientos específicos.
Suerte y paciencia, recordando que la opción de “la otra recámara” está a la mano.


